Sarrautte manifestó que el objetivo primordial de esta iniciativa era promover y desarrollar todas aquellas acciones encaminadas a que los consumidores “pudieran penetrar más ampliamente en la cultura del consumo, conociendo sus derechos y también todos los mecanismos existentes para exigir la tutela de los mismos cuando consideren que éstos han sido lesionados”.
Las materias de las que constaban los cursillos y talleres tenían como principal objetivo difundir entre los colectivos vecinales aspectos generales de consumo que, por motivo de su desconocimiento o falta de información, vulnerasen los derechos de los usuarios. Al mismo tiempo se informó a los ciudadanos sobre las distintas leyes y normativas que amparan a los consumidores y otros aspectos prácticos tales como el uso de las hojas de reclamaciones, dónde reclamar, qué reclamar y cómo hacerlo.
Por último, también se orientó a los cursillistas acerca de distintas estrategias de utilidad para resolver distintos problemas que puedan producirse en distintos centros de consumo entre los que figuraban, por citar algunos ejemplos, tiendas de alimentación, tintorerías, talleres mecánicos, servicios de reparaciones, etiquetados, telefonía, temporada de rebajas o compra de juguetes.