La Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, que preside Ángela Mena , recibió en la mañana de hoy la obra ‘El Guerreero de Goslar’, de Henry Moore, en su tradicional ubicación de la Rambla de Santa Cruz tras la exhibición de esta escultura en el Tenerife Espacio de las Artes (TEA).
Mena, acompañada por el gerente del Organismo Autónomo de Cultura (OAC), Oscar Díaz, así como por el vocal de la comisión de Escultura en la calle del Colegio de Arquitectos de la Demarcación de Tenerife Gomera y El Hierro, Rafael Escobedo de la Riva, y otros miembros de la Comisión de Esculturas en la Calle de 1973, como María Hortensia Ramos-Yzquierdo Zamorano, recibieron a la conocida figura antropomórfica de bronce en su regreso, conducidos por las notas interpretadas por la Banda Municipal de Música de Santa Cruz de Tenerife en un acto que contó con numeroso público.
La escultura fue solicitada por el TEA para su apertura y permaneció expuesta hasta estos momentos, en los que vuelve a las calles santacruceras para ser disfrutada de nuevo por los viandantes.
El ‘Guerrero de Goslar’ es la obra más emblemática de la primera Exposición Internacional de Esculturas en la Calle de 1973, conjunto que ha recobrado su sentido con las campañas desarrolladas por la Concejalía de Cultura para garantizar su mantenimiento, a través del proyecto ‘Adopta una escultura’.
El pasado año, dentro de los actos expositivos de inauguración de Tenerife Espacio de las Artes (TEA), se preparó una exposición temporal que también se sumó a la idea de propiciar la consideración de la I Exposición Internacional de Escultura como uno de los eventos de mayor relevancia en Canarias. Por ello, se solicitó el préstamo de la emblemática escultura de Henry Moore, que abandonó temporalmente la Rambla de Santa Cruz para trasladarse al TEA y formar parte de los actos preparados para la inauguración de este nuevo espacio cultural el 31 de octubre de 2008.
Un símbolo de Santa Cruz
El ‘Guerrero de Goslar’ es una escultura en bronce con unas dimensiones de 170x360x181 centímetros. Se trata de una figura antropomórfica recostada, de una figuración interpretada a través de la síntesis y la capacidad de abstracción, en la que el autor juega con las superficies curvas cóncavas y convexas relacionándolas con aristas y perfiles, la geometría y lo orgánico, así como con la masa y el hueco. Es una de las mejores muestras de la máxima aportación de la obra de Moore, que radica precisamente en su inquietud por resolver el problema del volumen perforado y busca todos los medios para relacionar y valorar estéticamente las conexiones entre las superficies interiores y exteriores de la obra.